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La Casa Palacio del Marqués de Lanzarote

CASA PALACIO DEL MARQUÉS DE LANZAROTE

La familia Herrera y Rojas se instaló en Teguise y convirtió a La Villa en el centro político y social de las Islas Canarias. Su casa originariamente ocupaba una manzana tal y como se ve en el plano que el alférez mayor de Gran Canaria, Pedro Agustín del Castillo y Ruiz de Vergara, realizó en la segunda mitad del siglo XVII, (Vid.: Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias; edición facsímil de 1686); así como en la descripción que el ingeniero Leonardo Torriani firmó hacia el año 1590. (Véase L. Torriani: Descripción de las Islas Canarias, traducción, introducción y notas de Alejandro Cioranescu; Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1959, pág. 51); donde en la leyenda de la ilustración titulada “La villa de Teuguisse della Isola di Lançarote” se menciona el palacio del marqués.

Este palacio fue la casa de gobierno de la isla de Lanzarote desde el siglo XV en adelante, hasta que los diversos ataques protagonizados por los berberiscos lo fueron perjudicando gravemente, terminando por arruinarlo la invasión de Morato Arráez que se produjo durante el mes de mayo de 1618; por ello hubo de emprenderse con prontitud las reparaciones pertinentes que permitieran la actividad administrativa de la casa y la defensa de la Villa, como lo demuestra la documentación notarial y las Actas del Cabildo conservadas para ese año.

En el Cabildo celebrado el 9 de julio de 1618 se reunió la Justicia y el Regimiento en forma de ayuntamiento en la casa palacio del señor marqués como lo han de uso y costumbre. Esta institución la componían entonces el capitán Hernán Peraza de Ayala, alcalde mayor, y los señores Rodrigo de Barrios Betancor y el capitán Lucas de Betancor, como regidores, quienes recibieron al capitán Diego de Brito y Lugo que acababa de llegar de Madrid con nombramiento de gobernador y lugarteniente del marqués de Lanzarote (Vid. Bruquetas: Las Actas del Cabildo de Lanzarote (siglo XVII), Arrecife, 1997, pág. 37.

También, por la documentación notarial conservada en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, sabemos que en el mes de julio de 1618 el gobernador de Lanzarote compró a un conocido mercader palmero llamado Juan Fernández Cebolla, maestre de la carabela “San Antonio”, varios objetos de carpintería por valor de 985 reales y 20 maravedís de buena moneda de Castilla, que fueron entregados a cambio de la cantidad de trigo que montó la transacción, por las sillas, crea brincosa, cuadros, madera y otras cosas que se habían adquirido para la casa del marqués (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: Juan de Higueras, folio 234 vuelto – 135 recto); cuyo pago se efectuó el 30 de enero del año siguiente y el precio de la fanega de trigo se estipuló en 13 reales. 

En los meses siguientes, entre septiembre y octubre de 1618, comenzaron a llegar más suministros de madera para llevar a cabo la reconstrucción del palacio del marqués y del castillo de Guanapay. En el protocolo notarial de Salvador de Quintana, 2721, conservado en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, folio 116 recto y vuelto, se halla una escritura de finiquito celebrada entre el gobernador de la isla y el maestre de una carabela del tenor siguiente:

"En la villa de Teguise en 3 de septiembre de 1618 pareció Juan Álvarez, maestre se su carabela nombrada Nuestra Señora del Buen Viaje, vecino de la isla de Canaria y estante en esta de Lanzarote, confesó haber recibido del señor capitán Diego de Brito y Lugo, gobernador lugarteniente del señor marqués, 909 reales de plata castellanos, los cuales me paga y yo recibo del flete que yo traje de la isla de Canaria a esta de Lanzarote, de la madera que compró el dicho señor capitán en la isla de Canaria para aderezar la fuerza y casas de palacio de su señoría el señor marqués, que fueron 146 tablones y 100 tijereras y 27 vigas y 12 palos de umbrales y 34 tablas y 2 haces de balaustre para el balcón de las casas del señor marqués; en cuyo nombre el dicho señor capitán me los paga y yo recibo… y le otorgo finiquito en forma. Y lo firmó de su nombre siendo testigos Leandro Perdomo de Silva y Francisco Amado, alguacil mayor de esta isla, Bartolomé Vandama, vecinos y estantes. Ante mí, Salvador de Quintana escribano público."

En el mismo protocolo notarial en el folio 142 recto y vuelto existe un recibo de la obra del palacio del marqués y del castillo de Guanapay:

"En la villa de Teguise en esta isla de Lanzarote en 10 de octubre de 1618 años pareció Juan Francisco, vecino de Tenerife, residente en esta isla de Lanzarote, y dijo que confesaba haber recibido del señor capitán Diego de Brito y Lugo, gobernador y lugarteniente del señor marqués, 360 reales en dineros de contado, por 26 tijereras de tea, 12 tablas de tea y 4 cojueras a 4 reales y medio cada pieza, y 48 juibrones a 10 reales y medio cada uno y una vigueta en 3 reales y medio… para la obra de las casas de palacio del señor marqués y obra de la fuerza de Guanapay. Testigos que fueron a su otorgamiento Miguel Peraza, Bastián Gutiérrez y don Martín Mireles Cairasco. Ante mí Salvador de Quintana. Sin derechos."

El palacio del marqués consistía en una construcción amplia, de grandes proporciones, tal como evidencia el importante número de piezas de madera que componían el armazón de la techumbre, así como los varales de las ventanas, puertas y balcones; además de la importante cantería suministrada para su reconstrucción. Ocupaba la manzana trasera de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, limitando con el actual Callejón de la Sangre, la calle de Herrera y Rojas, la calle del Espíritu Santo y al norte con los límites de la antigua Mareta Grande de la Villa.

La lectura del protocolo 2721 de Salvador de Quintana Castrillo (vid. Transcripción de Víctor M. Bello Jiménez, Ayuntamiento de Teguise, 2003) y su comparación con otros documentos como las Actas del Cabildo de Lanzarote, siglo XVII (Bruquetas: 2003) permite constatar lo que ya expresaba en la tesis doctoral Lanzarote en el siglo XVII: gobierno, administración y economía, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, (Bruquetas: 2000); donde en el capítulo dedicado a Obras Públicas y reparaciones (página 65 y siguientes) decíamos que en orden al buen gobierno de la isla, el gobernador Diego de Brito y Lugo contribuyó a la reconstrucción de las casas de palacio de los marqueses, las cuales eran sede del cabildo insular y habían quedado destruidas por la invasión de 1618, como sucedió con otros edificios públicos de Lanzarote.

A mediados del mes de marzo de 1619 el gobernador aún quedaba pendiente de saldar algunas deudas con aquellos que habían contribuido a la reconstrucción del palacio del marqués, como lo demuestra el hecho de que en dicha fecha le entregara a Martín Báez Darmas 420 reales que le debía por haber transportado con su carreta todo lo que había traído de madera, cantería y otras cosas para la casa palacio y para el castillo de Guanapay (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: 2721, Juan de Higueras, folio 337 recto).

Las obras del palacio requirieron la presencia en Lanzarote de mano de obra especializada, como fue la del calero Lázaro Pérez, quien se trasladó desde la isla de El Hierro, capataz de las obras, quien se ocupó con 73 peones de la reconstrucción  y por cuyo trabajo cobró 2.836 reales y 5 cuartos, que le abonó el gobernador por emplearse en ello desde el mes de agosto de 1618 hasta marzo de 1619 (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: 2721, Juan de Higueras, folio 505 recto).

Además fue necesaria la mano experta de Gregorio Durán, pedrero y albañil, quien recibió diferentes partidas del gobernador Diego de Brito y Lugo que en total sumaron 776 reales; los cuales se dividieron en 487 reales y medio por noventa y siete días y medio que trabajó de albañil en la obra y reedificación de las casas de palacio de los marqueses, y los 278 reales y medio restantes por cincuenta y dos jornales que se empleó en la obra del castillo de Guanapay, así como en sacar lajas a 5 reales cada día durante dieciséis días del mes de marzo de 1619; más 16 reales que pagó a los peones que llevó consigo a sacar dichas lajas al término de Soo. Todas estas partidas sumaban los dichos 776 reales que el gobernador le pagó de la renta de los marqueses (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: 2721, Juan de Higueras, folio 505 recto).

Francisco López, también pedrero y albañil, natural de la isla de Tenerife, cobró en agosto de 1619 por mano del gobernador 542 reales y medio de plata castellanos: los 377 reales y medio por setenta y seis jornales que trabajó de su oficio en la obra de las casas palacio de los marqueses (desde el 7 de julio de 1618 hasta el 31 de octubre al mediodía que se despidió), y los 150 reales restantes por tres portadas de cantería que labró y asentó en dicho palacio elaboradas a destajo para el corredor de la casa y las dos salas principales (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, 2721, Juan de Higueras, folio 583 vuelto – 584 recto).

Las obras de carpintería se les abonaron a Manuel Fernández, carpintero de la isla, quien recibió del gobernador 830 reales de plata castellanos en diferentes partidas: 676 reales por sesenta jornales y medio que trabajó el susodicho junto a un compañero (a 5 reales cada uno) cada día de los que trabajaron en la reedificación y obra de la casa palacio de los marqueses, más 156 reales por el destajo del corredor de dicha casa.

Además de estas escrituras, existen otras recogidas por otros autores que hacen referencia a la casa palacio de los marqueses de Lanzarote:

En el artículo titulado “La Invasión de 1618 en Lanzarote y sus repercusiones socio-económicas”, de Luis Alberto Anaya Hernández, se recogen a su vez las anotaciones de Antonio Rumeu de Armas:

 “Rumeu (de Armas) nos indica como los argelinos quemaron la parroquia, el convento de San Francisco que servía de panteón a los Herrera, la casa marquesal y los archivos públicos…” Rumeu de Armas, Piraterías y ataques navales a las Islas Canarias… reedición como Canarias y el Atlántico… pág. 48.

En la sesión celebrada por el cabildo de la isla el 14 de diciembre de 1658, presidido por el capitán Juan Tomas de Gança, como alcalde mayor, y en presencia de los siguientes regidores: el capitán Juan Gutiérrez Melián, alguacil mayor y regidor decano, don Antonio de Segura y Antonio Calleyros de Sosa; se acordó que

“…Por quanto en la sala en que al presente se asiste a los cabildos y acuerdos de él, por no haber la propia, el bufete que en dicha sala hay está indecente por no tener una sobremesa que poner en los días que hay acuerdos, se compre una de poco costo, la compra de la cual se encarga al caballero regidor don Antonio de Segura…”. Vid: Bruquetas, Las Actas del cabildo de Lanzarote… pp. 237-238.

Uno de los datos más importantes para conocer las proporciones y ubicación del palacio de los marqueses procede de Pedro Agustín del Castillo Ruiz de Vergara: Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1848, p. 287 (edición facsímil); quien inserta un mapa de la isla de Lanzarote que data en 1665 en el que incluye un plano de la Villa de Teguise con la leyenda (B) del palacio de los marqueses, tal como se aprecia en la lámina que se adjunta.

También, Pedro Agustín del Castillo añade a la quema de los edificios de Teguise la destrucción del castillo de Guanapay.

Por su parte, José de Viera y Clavijo en las Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, p. 759, refiriéndose al ataque de 1618, relata que una vez que los incendiarios se habían alejado, el capitán y alcalde mayor Hernán Peraza de Ayala procedió junto con los paisanos que acaudillaba a apagar los incendios y salvar alguna documentación de la escribanía.

Según Alberto Anaya (artículo citado): por el testamento de la marquesa y otros documentos notariales sabemos la destrucción que ocasionó la invasión de los turcos.

“…Acabada la invasión comenzó la labor de reconstrucción de la cual hay numerosos testimonios documentales…”. Así, recoge los mismos documentos que ya hemos citado y conservados en los protocolos notariales del Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: El 30 enero de 1619 Juan Fernández Cebolla, como maestre de la carabela San Antonio, compareció ante el notario Juan de Higueras y reconoció haber recibido 985 reales y 20 maravedís por las sillas, crea brincosa, lozas, cuadros, maderas y otras cosas que el capitán Diego de Brito y Lugo, gobernador de la isla, le compró para la casa del marqués durante el mes de julio del año anterior, que fue cuando le vendió dichos géneros de mercaderías (AHPLP: Juan de Higueras, 2721, fol. 134 vto-135 rto).

Además hay distintos recibos por las cantidades abonadas a los pedreros, carpinteros o herreros por sus trabajos en la casa del marqués y el castillo de Guanapay:

Manuel Hernández y Manuel Fernández, su compañero, eran carpinteros vecinos de la isla de Lanzarote, ambos trabajaron en la reedificación y la obra de la casa de palacio de los señores marqueses a 5 reales cada uno cada día que trabajaron, que todo montó 830 reales que ambos recibieron. (fol. 583 r-v).

Por ejemplo, el pedrero y albañil Francisco López, vecino de la isla de Lanzarote, pero natural de Tenerife, recibió 542 reales y medio de plata castellanos, los 377 reales y medio por 76 jornales que trabajó de su oficio en la obra de las casas de palacio de los señores marqueses de la isla, en la reedificación de ellas después de que las quemó el enemigo, desde el 7 julio del año pasado de 1618 hasta el 31 de octubre en que se despidió. Y los 150 reales restantes que recibió por tres portadas de cantería que labró y asentó en dichas casas de palacio a destajo para el corredor y las dos salas principales. (AHPLP: Juan de Higueras, 2721, fol. 583 vto – 584 rto).

Pedro Gómez era el maestro mayor encargado de pagar los jornales y Gregorio Durán también era pedrero como Francisco López, además de los peones que sacaban las lajas de la cantera. (folio 584 recto y vuelto).

Gregorio Durán, pedrero y albañil, vecino de Lanzarote, recibió del gobernador en diferentes partidas, 487 reales y medio que le pagó por 97 días y medio que trabajó de su oficio de albañil en la obra y reedificación de las casas de palacio de los señores marqueses… y por ir a sacar las lajas de piedra a Soo (fol. 505 r).

Pedro Curbelo era herrero y vecino de la isla (folio 588 r-v). Realizó la clavazón grande y pequeña para las puertas del castillo de Guanapay y otras obras de este oficio.

Martín Báez de Armas, vecino de Lanzarote, carretero, recibió del gobernador Diego de Brito y Lugo, 420 reales que le pagó por los acarretos de madera y cantería y otras cosas para el palacio del marqués. (folio 337 r).

Sobre la muerte de algunos vecinos en el Callejón de la Sangre durante el asalto berberisco de 1571. Estos hechos debieron quedar impresos a fuego en la memoria colectiva y dieron nombre a este callejón que adquiriría su fisonomía actual con posterioridad, tras la desaparición del Palacio del Marqués.

Sebastián Hernández Gutiérrez –Rincones del Atlántico– FEDAC; en la descripción que hace de la Casa Herrera y Rojas expresa que “la casa palacio de los marqueses de Lanzarote era una vivienda ricamente adornada, pero el tiempo la llevó a la ruina. De manera que durante el siglo XIX se reconstruyó una vivienda que trataba en vano de imitar la mansión original. Cuando se llevaban a efecto las labores de cimentación se encontraron accidentalmente en el subsuelo fragmentos de la antigua arquería. Del tamaño de la primitiva casa habla el hecho de que actualmente su superficie es compartida por seis viviendas. De este conjunto sólo una podría considerarse como el verdadero palacio de los Herrera, encontrándose en su interior como señal de identidad arqueológica, una piedra con grabados podomorfos.”

El plano de la Villa de Teguise realizado por el alférez Pedro Agustín del Castillo es el único que puede ilustrar sucintamente acerca del aspecto que debía presentar el palacio de los marqueses en la segunda mitad del siglo XVII, porque cien años más tarde, exactamente en 1773, el escribano del cabildo recogía en el acta de la reunión celebrada el 11 de junio de ese año que se encontraba totalmente arruinado. Esta convocatoria estuvo presidida por don Pedro de Brito y Lugo, alcalde mayor y juez ordinario de la isla de Lanzarote, y se celebró en presencia del teniente capitán don Francisco Guerra Clavijo, alguacil mayor y regidor decano, el teniente capitán Antonio Fernández de Socas y el subteniente don Bernabé Antonio Camacho, regidores; además de los diputados de abastos don Manuel Antonio Travieso y don Pedro Francisco Ginory, junto al ayudante mayor don Manuel Arbelo y Curbelo, síndico personero general del Común. En dicha ocasión se decidió cambiar el itinerario de la procesión del Corpus, precisamente por el hecho de que el palacio se hallaba deshecho y había que pasar por los límites de la mareta que se encontraba entonces anegada y convertida en un muladar donde los vecinos de la Villa descargaban la basura doméstica. Textualmente se dice con respecto al itinerario de la Procesión del Corpus, que era tradición pasase por delante del palacio de los marqueses, por lo que debía recorrer la vía trasera y lateral de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe para ir por

“…el pie de la mareta, lugar tan indecente como se conoce muy bien por este Ayuntamiento, fue por estar al frente el palacio del excelentísimo señor marqués de esta isla, el que está enteramente desecho, se procure también el que dicha Procesión se haga por las demás calles acostumbradas, reservándose aquella por su conocida indecencia”. (Archivo Histórico de Teguise, Actas del Cabildo, sign. 25-I; 11 de junio de 1773).

Estas son las noticias de que se dispone hasta la actualidad sobre el palacio de los marqueses. La última es coincidente con el desenlace del Pleito de Quintos, el Secuestro del Estado de Lanzarote y el pleito sobre a quién correspondía el derecho sobre las islas de Lanzarote y Fuerteventura (Bruquetas: 2001, Memorial ajustado del Estado de Lanzarote. 1771, Cabildo de Lanzarote, 2001); que se dirimía en el Consejo de Hacienda, donde había pasado desde el Consejo de Gracia y Justicia, y que entretenía a varios litigantes. Este proceso perduró durante más de cien años, por lo que es lógico que la propiedad del palacio de los marqueses fuera abandonada y desmantelada de toda la importante estructura constructiva y decorativa del mismo por los familiares, encargados, apoderados y otros personajes afines al proceso al eternizarse el desenlace del sumario sine die. La lógica se suma a la evidencia para conjeturar que los enseres se repartieron entre los más allegados a la casa palacio de los marqueses y que las puertas, ventanas, techos, maderas de vigas, así como la cantería noble del palacio, fue aprovechada para otras construcciones de la Villa, como sucedió con el balcón y portada que hoy luce en la casa del marqués de Herrera.

Sin entrar en mayores disquisiciones, queda claro que el Cabildo dejó de utilizar el palacio de los marqueses como sede administrativa insular probablemente a finales del siglo XVII cuando comenzó a congregarse en las viviendas de aquellos que ostentaban la presidencia de la entidad, como alcaldes mayores y jueces ordinarios de la isla, quienes solicitaban al regimiento o corporación municipal la asistencia a las reuniones en sus propias casas particulares.

 

Descripción del palacio de los marqueses:

La casa ocupaba toda una manzana de grandes proporciones, que comenzaba en la trasera de la iglesia parroquial. El acceso al palacio podía hacerse por tres portadas de cantería, cuya entrada principal debía estar ubicada en la fachada que daba a la iglesia, desde donde se pasaba a una estancia amplia que daba a un corredor porticado que rodeaba un gran patio central. El corredor daba a las diversas estancias de uso doméstico: cocina, dormitorios, cuartos de trabajo, etc., y a dos salas principales que servían para celebrar acontecimientos importantes de la familia señorial o las reuniones propias del cabildo o ayuntamiento de la isla durante todo el siglo XVI y XVII. Los doce palos de umbrales que se trajeron de Gran Canaria en 1618 sirvieron de bastidores a seis puertas de las diversas habitaciones y las veintisiete vigas apuntalaron los techos, así como los dos haces de balaustre se utilizaron en el balcón (posiblemente el único) que lucía la fachada principal de la casa.

El devenir de la casa palacio de los marqueses está unido al proceso incoado por la Real Audiencia de Canarias que se conoce como pleito de Quintos, que se dirimió en el Consejo de Hacienda desde 1642 hasta 1772.

 

 

                                                                                                            Fernando Bruquetas de Castro

                                                                                                     Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

 

Galería de Fotografías

 

Plano de Teguise según Leonardo Torriani a finales del s. XVI

 

 

Plano de Teguise según Pedro Agustín del Castillo a finales del s. XVII

 

 

Fotografía de la fachada de la Casa Palacio del Marqués a mediados del s. XX.

 

 

Fotografía del interior de la Casa Palacio del Marqués a mediados del siglo XX.

 

 

Podomorfos majos en una de las paredes de la Casa Palacio del Marqués

 

 

Detalle de la fachada de la Casa Palacio del Marqués actualmente

 

 

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