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La princesa Teguise

                                                                    LA PRINCESA TEGUISE

 

El papel que jugaron las mujeres indígenas durante el periodo de conquista y de colonización es difícil determinarlo, pues la documentación existente sobre las mismas en esa época es mínima. Si esto es aplicable para el conjunto de la población femenina, se hace mucho más evidente para el momento que corresponde a la primera ocupación de las islas orientales: la etapa que se define como conquista señorial; puesto que para entonces las fuentes continúan siendo bastante escasas. Las primeras crónicas se remiten a destacar algunos aspectos románticos de las mujeres canarias de antaño, así como a señalar su unión con los conquistadores. También los historiadores posteriores fueron parcos cuando ofrecían información sobre ellas, haciendo hincapié en el asunto, puesto que –como señalan algunos documentos– con los conquistadores apenas vinieron mujeres.

Las primeras mujeres de las cuales los textos distinguen su linaje familiar y social son las originarias de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, lugares donde comenzó la conquista y consiguiente colonización. Aquellas transitaron desde una sociedad prehistórica a otra bajo medieval y fueron testigos del proceso castrense que integró los dos mundos.

En las crónicas francesas de la conquista de las islas de Lanzarote y Fuerteventura se hace referencia a algunas de estas mujeres, lo mismo que en textos posteriores donde los autores se detienen en contarnos algunos pasajes novelescos.

A comienzos del siglo XV había concluido la conquista de Lanzarote, momento en que se produjo el proceso de colonización ya de forma pacífica y estable. Esta circunstancia favorable al entendimiento entre las comunidades nativa y foránea se mantuvo durante algunos años, lo que propició la unión entre los normandos y las isleñas lo que contribuyó a la consolidación de la nueva sociedad en la isla.

Según distintas referencias[1], el anterior “rey” de la isla, Guadarfía, llamado después de haber sido cristianizado Luis Guadarfía, en honor al rey de Francia, siguió viviendo los años posteriores a la conclusión de la conquista en el sitio que había sido su morada, más concretamente el poblado de Zonzamas, pues según confirman las investigaciones arqueológicas, el poblado fue ocupado de forma continuada en los siglos siguientes

De estos contactos surgieron los matrimonios mixtos entre normandos e indígenas, que han perpetuado algunos apellidos de origen francés en las islas más orientales del archipiélago. Uno de esos matrimonios fue el concertado entre Maciot de Bethencourt y la princesa Teguise.

Maciot de Bethencourt, hidalgo de origen normando, había llegado a Lanzarote  en la segunda expedición que arribó a la isla con nuevos pobladores y tras la marcha de Juan de Bethencourt a Francia representó en la isla la continuidad del poder de los normandos. Las relaciones entre Maciot de Béthencourt y los majos se establecieron de un modo semejante al practicado por su tío, con el consiguiente reparto de tierras, aunque su carácter despótico hizo que se le acusara de esclavizar injustamente a muchos de los isleños, según acusaciones que se hicieron contra él en Sevilla.

Apenas se sabe nada sobre su vida familiar en las islas, ni cuando tuvo lugar el enlace con la princesa de Lanzarote. Sus relaciones íntimas aparecen unas veces envueltas en la leyenda y otras asociadas a unos amores ilícitos. En cualquier caso, el episodio de sus amores con la hija de Guadarfía, ha llegado hasta la actualidad muy adulterado. Los testimonios históricos sobre la estancia de Maciot en Lanzarote son más bien escasos, aunque por otras referencias indirectas y en especial por el testamento y codicilo de la hija de ambos: doña María de Bethencourt, podemos acercarnos a la realidad de los acontecimientos.

Los amores del conquistador y poblador normando con Teguise, hija de Guadarfía, último rey de la isla, fueron una realidad fuera de toda duda, que acabó en la unión –confirmada por una descendencia prolija, tanto dentro como fuera del Archipiélago, y por una tradición literaria y popular  insular–. Tal matrimonio significó para Maciot encontrar apoyo político para consolidar su autoridad y gobierno en una de las islas Canarias bajo la soberanía castellana[2]. A lo que se une lo que reportaba la belleza de la mujer canaria, pues según el propio Viera

                               “…Teguise rindió con el incentivo de sus gracias naturales al heredero del conquistador”.

 

La alianza matrimonial entre el europeo y Teguise se revistió de un carácter simbólico que hacía posible el entendimiento entre los dos grupos humanos representantes de las culturas presentes en la isla, puesto que cada conjunto social tenía su representante en esta unión. Así esta alianza emparentaba a las dos sociedades y permitía la continuidad del poder por la unión de personas socialmente diferentes[3].

La  información sobre el acontecimiento está explícitamente recogida en distintos autores del pasado, así en el siglo XVII Marín y Cubas en su texto afirma que Maciot, quien se autoproclamaba rey de Canarias, “…casó con Teguise”, siendo este mismo autor uno de los primeros en atribuir una motivación política a las relaciones mantenidas entre el europeo y la indígena. Posteriormente, Pedro Agustín del Castillo, en su Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias (1737), asegura sin ningún atisbo de duda que Maciot se había casado con Teguise con la que hubo dos hijas: una, que se llamó Margarita de Bethencourt que casó con Juan Arriete Perdomo,   y otra que llevó su padre a la Madeira llamada doña  María de Bethencourt.

El polígrafo Viera y Clavijo mediante un romance idealiza tal unión, al hablar de las seducciones naturales de Teguise, a la que también atribuye los dones de la juventud y de la hermosura, apoyándose para ello en los testimonios que se recogen en Le Canarien, donde se señala que las mujeres de Lanzarote eran hermosas y honestas.

Sin embargo, la información sobre la descendencia del matrimonio genera  dudas, pues hay autores que hablan de la existencia de una hija natural de Maciot,  fruto de  una relación con Teguise, mientras que los datos cotejados nos vienen a confirman que entre ellos medió el matrimonio. 

En cuanto a la primera hija de Maciot, los autores la señalan como ilegítima, y además comentan que dada la mentalidad matriarcal de los aborígenes y la señorial de los normandos, no debe sorprendernos que la hija natural de Maciot de Bethencourt gozara en Lanzarote de alta consideración social, así como que casara con un hidalgo francés y que sus hijos ocuparan puestos de relieve dentro y fuera de la isla. Esta supuesta ilegitimidad la atribuyen los autores solo a una de las hijas, mientras que a la otra, doña María, la declaran legítima siendo ambas hermanas. No sabemos a qué se debe esta confusión, cuando posiblemente Maciot llevó consigo a su segunda hija a Madeira por ser menor y dejara ya encaminada a su primogénita en la isla de Lanzarote.

Las confesiones de doña María en su última voluntad, otorgada en forma de testamento en la ciudad de Funchal, en Madeira,  y de codicilo en San Miguel, Azores, disipan tales argumentos. En ellos en ningún momento se hace algún distingo hacia su hermana, al contrario recibe y protege a sus hijos, a quienes lleva a las islas portugueses a vivir con ella, a la par que a uno de ellos lo nombra su heredero universal, pues ella de su matrimonio con el hidalgo portugués no tuvo descendencia. Aquel no fue otro que Gaspar de Bethencourt, uno de los hijos de Arriete Perdomo y de su hermana Inés Margarita, hija también de la princesa Teguise.

Por tanto se puede afirmar que de tal unión nacieron dos hijas (de un único matrimonio) y no de dos relaciones: una ilegitima y otra legitima. Tanto Margarita  como María son hijas de Teguise, pues así lo asegura esta última, frente a lo que algunos autores han señalado diciendo que María era hija de un posterior matrimonio de Maciot, probablemente celebrado en Sevilla, de cuya colación de Santa María fue caballero veinticuatro.

El que las dos hijas vivieran separadas, una con el padre y otra con la madre, puede deberse a los problemas políticos en que Maciot se vio envuelto debido a sus ambiciones personales

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                                                                                                               Manuel Lobo Cabrera

                                                                                                        Catedrático de Historia Moderna

                                                                                                   Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

 

 

[1] DUG GODOY, I.: El poblado prehispánico de Zonzamas (Lanzarote), “Rev. El Museo Canario”, XXXVI-XXXVII, Las Palmas de Gran canaria, 1975, pp. 191-194.

[2] PÉREZ SAAVEDRA, F.: Las Islas Canarias en los comienzos del siglo XV,  “Anuario de Estudios Atlánticos”, 45, Madrid-Las Palmas, 1999, pp. 179-217.

[3] CABRERA PÉREZ, J. C., PERERA BETANCOR, M.A., y A.TEJERA GASPAR: Óp. cit., pp. 308-309

 

GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS

 

Recreación de Grainville-la-Teinturière, origen de Juan de Bethencourt, hacía 1400

 

 

                                    

Grabados de Juan de Bethencourt.                                                                

 

 

 

Imágenes de la arribada de los europeos extraidas del Le Canarien.

 

 

Plano de Teguise según Leonardo Torriani a finales del XVI. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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