El caballero normando Juan de Bethencourt
EL CABALLERO NORMANDO JUAN DE BETHENCOURT
El caballero normando Juan de Bethencourt, interesante y discutida figura, vinculada a Canarias por ser el iniciador de la conquista, ha sido uno de los europeos cuyo apellido ha quedado perpetuado en la memoria de la heráldica de las islas atlánticas, pues el mismo se halla distribuido, en todas sus variantes por Canarias, Madeira y Azores. Así tenemos que el apellido Béthencourt se ha mantenido como topónimo de la antigua capital de Fuerteventura, Santa María de Betancuria, a la vez que se convirtió en un apellido habitual entre la población del archipiélago, incluyendo numerosas variantes del mismo.
Al analizar su nombre, lo primero que se nos viene a la cabeza es preguntarnos, como llega a las islas un caballero normando con afán de conquista? Como llega a sus oídos la existencia de este archipiélago perdido en el Atlántico? Para responder a esta preguntar tenemos que retrotraernos en el tiempo y analizar como Canarias entra en la historia europea, a partir de fines del siglo XIII. Sin estos antecedentes sería imposible explicar la presencia francesa en las Islas Canarias, y especialmente en Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, donde la fusión y unión entre franceses e indígenas dio como resultado el mantenimiento de muchos apellidos galos, actualmente castellanizados.
Los viajes medievales realizados en su mayoría en el siglo XIV, fueron el antecedente para la penetración y conquista en las Islas Canarias, iniciándose así el colonialismo europeo en ultramar.
En esta situación entre en escena nuestro caballero normando. Pero quien era Juan de Bethencourt?.
Juan IV de Bethencourt, señor de Bethencourt y otros feudos, y barón de Saint Martin le Gaillard, nació, según confirman los estudiosos, en el año 1362 en el castillo de la población de Grainville la Teinturiere, feudo propiedad de su padre. Poco se sabe de su infancia, pero induce a pensar que la misma la pasó bajo la tutela de su madre y de su abuelo, el segundo marido de su abuela, en el castillo paterno.
En esos años se vivían en Francia continuos disturbios y disensiones, uno de ellos ocasionado por el rey de Navarra Carlos II el Malo, en los territorios de la Normandía, razón por la cual Carlos V de Francia mandó destruir todos los castillos y propiedades de la zona, que fueran propiedad de los partidarios del rey de Navarra o de aquellos señores que no fueran capaces de asegurar su defensa en el futuro. La fortaleza y castillo de los Bethencourt, situada en Grainville, cumplía ambas condiciones, ya que al ser la propiedad de Juan de Bethencourt, menor de edad, estaba a las órdenes de su abuelastro Mathieu de Braquemont, partidario en la contienda del Carlos II de Navarra. Por tales razones, un año después de haber fallecido su padre, la fortaleza fue derribada e incendiada, pues su existencia significaba un peligro para la casa real francesa.
A partir de estos hechos todo apunta a que la situación familiar del joven noble fue apurada, tanto en lo económico como en lo diplomático y en lo personal, sobre todo por encontrarse en medio de las disputas, treguas y conflictos bélicos que se sucedieron sobre territorio francés entre Francia e Inglaterra a consecuencia de la guerra de los Cien Años. Son años oscuros en donde apenas se tienen noticias de las aventuras y desventuras de Bethencourt, a pesar de que sobre el mismo se tejieron algunas leyendas, como que después de haber arruinado su propiedad el rey de Francia le acogió en su corte donde fue educado, pues consta que sabía leer y escribir, y donde según algunos autores, puesto en duda por sus biógrafos, aprendió conocimientos náuticos más que suficientes bajo las órdenes del almirante de Francia Jean de Vienne, que posteriormente le serían vitales para organizar el viaje a Canarias .
Además, su participación en una expedición hacia Túnez le facilitó el conocimiento de tácticas y escaramuzas, y se aventura que en Génova Bethencourt entró en contacto con marinos italianos, que posiblemente le pusieran al día del hallazgo de las islas, de la estancia de Mallocello en las mismas, y de la abundancia de tintes en su territorio, entre ellos la orchilla, la sangre de drago y la tierra bermeja. También se baraja la idea de que Bethencourt conocedor de tales datos comenzase a madurar la idea de iniciar la conquista de las Islas Canarias y así debilitar a los musulmanes, al establecer una base logística frente a las costas del continente africano.
En el año 1401, debía bullirle en su mente la idea de organizar el viaje y expedición a las Islas Canarias, aunque no se conoce ningún documento ni ninguna investigación que de razones de los motivos por el cual Bethencourt se embarca en tal asunto, cuando hasta esos momentos, salvo su enrolamiento en la expedición a Túnez, no había mostrado interés en tales lides. Quizá debamos convenir en que los conocimientos náuticos y geográficos que adquirió en Génova, así como las noticias sobre la existencia de tintes en Canarias y por supuesto el ideal de Cruzada que en aquellos momentos cruzaba Francia y toda Europa, puedan ser razones más que suficientes.
Planteado el proyecto, y conocedor de la delicada situación en que se encontraba tanto personal como económica, con abundancia de deudas, decide poner todos sus bienes en venta, con la intención de invertir su capital en el nuevo proyecto que quería embarcase. En 1402 Juan de Bethencourt, partió con destino a la ciudad portuaria de La Rochelle, puerto de la fachada atlántica francesa, importante núcleo comercial desde la Edad Media, para organizar su expedición. Es en dicha ciudad donde entra en contacto con Gadifer de la Salle, gentilhombre de la cámara del rey de Francia y senescal de Bigorre.
Manuel Lobo Cabrera
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
GALERIA DE FOTOGRAFÍAS
Grabado de Juan de Bethencourt
Carta marina de Mecia de Viladestes, 1413. Biblioteca Nacional de Francia.
Imágenes de la arribada de los europeos extraidas del Le Canarien.
Lapida de Juan de Bethencourt.