D. Gonzalo Argote de Molina (1548/9-1596)
D. GONZALO ARGOTE DE MOLINA
El insigne escritor Gonzalo Argote de Molina nació en Sevilla en una fecha aún no determinada. Se cree que pudo venir al mundo a finales de 1548 o bien a principios de 1549 según los escasos datos que él mismo aporta en algunos de sus documentos personales. Fue el hijo primogénito del matrimonio formado por el jurado Francisco de Molina y doña Isabel Ortiz Mexía de Mendoza[1], aunque también tuvo otros seis hermanos que le sobrevivieron.
Desde muy joven se empleó en el servicio militar al servicio del rey de España participando en importantes episodios bélicos, como fue la batalla naval y consecuente conquista del Peñón de la Gomera, efectuada en septiembre de 1564 bajo el mando de don García de Toledo, virrey de Nápoles. A los dieciséis años ya ejercía el oficio de abanderado con provisión real, como alférez mayor de la milicia de Andalucía. Intervino con don Juan de Austria en las galeras de la Liga contra el turco con diez banderas de 1.500 arcabuceros que fueron a su cargo, además en la rebelión del reino de Granada intervino para sofocar la revuelta con treinta escuderos de caballería, sin sueldo. Pacificó las sierras de Jerez y Ronda donde detuvo a 45 salteadores, y en 1569 el marqués de Mondejar le mandó se embarcase, como alférez mayor de la milicia de Andalucía, en las galeras de don Sancho de Leiva para vigilar la costa e impedir que entraran los moros desde Berbería.
La relación de Argote de Molina con Lanzarote data de su matrimonio con Constanza de Herrera, hija del primer marqués de Lanzarote, personaje a quien debió conocer en alguna de sus visitas a la capital del Betis o bien en Madrid. El enlace se produjo cuando el ilustre regidor sevillano contaba 38 años.
Ya en Lanzarote tuvo una participación principal en la defensa de la isla cuando en 1586 se produjo el ataque del corsario berberisco Morato Arráez, cuyo tratado firmó el 22 de agosto como conde de Lanzarote[2]. Por este acuerdo político firmado con el enemigo se sabe que intervino de forma decisiva en la custodia del castillo insular y en la resistencia organizada en la cueva de los Verdes, así como las incidencias de la lucha, el cautiverio de la esposa (la condesa doña Constanza) y de la marquesa de Lanzarote, doña Inés Benítez de las Cuevas, también conocida como doña Inés de Aponte; además de la estancia de Argote en la galera del turco y las condiciones del rescate. De los diez mil ducados que costó la liberación de las damas, Argote anticipó 572.500 maravedís y el resto corrió a cuenta de don Agustín de Herrera, quien entregó como rehén a su hermano Francisco Sarmiento.
Tiempo después, Gonzalo Argote de Molina emprendió viaje a la Península tras hacer varias compras de fincas y abundante ganadería en las Islas, allí concertó el rescate de Francisco Sarmiento y pasó dos años de plácida estancia en su Sevilla natal, donde se concluía la impresión de la primera parte de su magna obra Nobleza de Andalucía, que firmó el 5 de abril de 1588 como “conde de Lanzarote y Provincial”. El 8 de mayo falleció la primera marquesa de Lanzarote sin dejar a don Agustín de Herrera ningún heredero legítimo, lo que abría la esperanza a Argote de convertirse andando el tiempo en marqués consorte de la Isla. Quizá esas ilusiones, que iban paralelas a su interés por los libros de heráldica y caballería, fue lo que le llevó a ser reconocido en la Sevilla de fin de siglo como un hidalgo soñador y megalómano; asunto por el cual se le ha querido relacionar con el sujeto inspirador del personaje protagonista de El Quijote, la primera novela moderna. De hecho, Miguel de Cervantes fue vecino, correligionario y parroquiano del Provincial, y se sospecha que ambos estudiaron en la escuela de Gramática que disponía la Compañía de Jesús en la colación de San Salvador[3]
En esas ensoñaciones andaba Argote cuando elevó un memorial al rey ofreciendo servirle en la armada contra Inglaterra personalmente y con un navío de 200 toneladas completamente dotado y equipado a su costa, a cambio simplemente de poder utilizar el cargo de Provincial de la Santa Hermandad en las Islas Canarias, pero la petición no prosperó. En el mes de octubre del mismo año 1588 se hallaba en Madrid, donde arregló cuentas con su suegro, quien quedó alcanzado a favor de Argote en 6.885.911 maravedís, que se obligó a pagar en varios plazos.
Al año siguiente regresó a Canarias de donde probablemente no volvió a ausentarse. El 26 de abril de 1590 Argote escrituró la fundación del convento Madre de Dios de Miraflores en Teguise (Lanzarote), con el fin de cumplir la manda del testamento de Sancho de Herrera y con el ofrecimiento de realizar a su costa la capilla mayor, donde debían erigirse tres sepulcros de piedra a cada lado, en los que debían reposar los restos de Sancho de Herrera, los de su esposa[4] y los de Catalina de Dafra o Dafía, abuela de don Agustín de Herrera; al otro lado debían ir los del marqués, su primera esposa, doña Inés Benítez de las Cuevas, y los de la madre del marqués, doña Constanza Sarmiento.
Viera y Clavijo dice que Argote aprovechó la ausencia de su suegro en las Islas de Madeira para apoderarse de la isla de Fuerteventura con el apoyo del capitán general, don Luis de la Cueva Benavides, quien acababa de llegar a Canarias, y que acompañado de doña Constanza reunió a los vecinos: algunos les besaron las manos como a señores del país, pero los miembros de la familia Saavedra se negaron y presentaron sus quejas al rey. Una Real Provisión ordenaba a don Luis de la Cueva que respetase la concordia existente entre los señores (que daba preeminencia de cargos públicos a los Saavedra en Fuerteventura) y se abstuviese de ayudar a Argote[5].
Los historiadores también cuentan que debido a estas intromisiones, Argote de Molina mantuvo una relación controvertida con su suegro, la cual se agravó debido al incumplimiento por parte de don Agustín de Herrera de la dote prometida cuando el Provincial contrajo matrimonio con su hija, y que estas diferencias aumentaron después de que el marqués celebrase segundas nupcias con doña Mariana Manrique Enríquez de la Vega; pues de este enlace nació un hijo legítimo que heredaría el título y la mayor parte del patrimonio paterno. Además, en fechas cercanas se produjo el óbito de “la condesa” doña Constanza de Herrera, dejando a Argote en estado de viudedad y en precario, porque su suegro no le abonaba en los plazos fijados el alcance de la escritura firmada en Madrid en 1588.
La agria polémica llegó al extremo de que el marqués intervino con toda su influencia para que el tribunal del Santo Oficio realizase una investigación sobre Argote de Molina a pesar de que era su yerno y el padre de sus nietos. El expediente de la Inquisición data del mes de marzo de 1591 y en él queda patente que el marqués y sus servidores declararon en contra de Argote por varias frases que podían interpretarse de irreverentes. La más grave era la respuesta que Argote dio al cura de Haría al preguntarle cómo se iba a confesar, pues dijo que “yo cuando me voy a confesar no me acuerdo de nada”; pero también el marqués le acusó entonces de que en cierta ocasión había dicho a su yerno que llevara a sus hijos a confirmarse y que Argote le contestó: “sí, que agorad este sancto consilio acá an aprobado la confirmación”; y que después de haberle preguntado el capitán Gaspar Gutíerrez si, estando excomulgado por segunda vez, iba a misa, Argote le respondió riendo, “lo que se quiere la mona, pinyones mondados”; además de que en relación con el hecho de que desaparecieran las cartas dirigidas a su suegro, o que llegaran abiertas, declaró que eso no era pecado mortal, sino todo lo contrario, pues antes era pecado mortal no tomar las cartas y abrirlas y ver lo que en ellas venía; dando a entender que entonces tenía orden expresa del marqués para abrir y leer la correspondencia que venía dirigida a él.
Parece que estas informaciones fueron enviadas al Santo Oficio el 17 de mayo de 1591, ya que así lo asegura una nota de Pedro Martínez de la Vega, secretario de la Inquisición de Sevilla[6].
Esta información repercutió después en otra causa que se abrió en el mes de abril de 1593 cuando se recibieron varias declaraciones en otro expediente instruido por el visitador de la Inquisición, sobre un asunto referente a tres navíos flamencos que habían aportado a las costas de la ciudad de Las Palmas, ya que uno de ellos fue secuestrado y los otros dos detenidos por el Santo Oficio, y Gonzalo Argote de Molina escribió una carta a su majestad protestando por el secuestro y la detención de las naves, para lo que anduvo recogiendo firmas de regidores sin que ni siquiera mediara un acuerdo del cabildo de la ciudad. El expediente recoge duras palabras del licenciado Rodrigo de Cabrera, oidor de la Audiencia, contra el provincial:
“… que entre las marañas y enredos que Gonzalo Argote de Molina ha andado haciendo y hace en esta isla, ahora continuándolos, había escrito una carta en nombre de la ciudad para Su Majestad en lo tocante a los dichos navíos…”.
En aquella ocasión Argote argumentó en su defensa que desconocía que existía una orden expresa sobre el asunto, “…porque auía muchos días que auía salido de Sevilla…[7]” y por lo tanto ignoraba que estaba obviando la legislación vigente sobre este asunto.
En 1594 Argote de Molina aparece en el expediente incoado por la Inquisición de Canarias contra Diego de Castroverde, y el 6 de octubre de 1595 participó en la defensa de la ciudad de Las Palmas cuando se produjo el famoso ataque del corsario inglés Francis Drake, de lo que dio cuenta cabal al Concejo de Carmona.
La imagen de Argote
López de Sedano en Parnaso español, tomo IX, inserta un grabado de Argote copiado de una pintura que tenía el conde de Aguila, debido a la mano de Matías de Arteaga, y hace esta descripción del personaje:
“Gonzalo Argote de Molina fue hombre de mediana estatura, no muy recio, aunque robusto de miembros, y el rostro abultado, la frente espaciosa, los ojos alegres y vivos, como ingenioso y esforzado; el aspecto agradable y majestuoso, el color blanco, la barba y cabello largo y bien puesto. Las virtudes de su ánimo correspondían a las que denotaba su aspecto, principalmente las del valor, la magnanimidad, la constancia, y la piedad cristiana… Sin embargo de esto, la entereza de su espíritu en sostener sus derechos, lo rígido de su condición, y la elevación remontada de sus pensamientos a que regularmente conduce a los hombres el amor propio… le ocasionaron muchas persecuciones y ruidosos pleitos”.
No es descabellado pensar que en muchas ocasiones se confundió su orgullo, y la justa defensa de su derecho con aires de vanidad, presunción y mera altanería.
Muerte
Gonzalo Argote de Molina murió en octubre de 1596 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria donde está enterrado en la iglesia del Sagrario[8], según acredita el acuerdo del Cabildo catedralicio del día 21 de octubre de dicho año, en el que se explica que se acordó que en la capilla mayor de la iglesia vieja se diera sepultura al provincial Argote de Molina, que falleció, y que su entierro se realizara conforme a la calidad de su persona, en el mejor lugar de ella y se le encargó al arcediano para que señalase el sitio exacto de la sepultura.
En el epitafio que ordenó para que se enviara a su hijo a Sevilla para colocar en el sepulcro del panteón familiar, rezaba un breve pero exacto recorrido biográfico del autor, como puede apreciarse aquí:
“Gonzalo de Argote de Molina a Agustín su hijo. Este sepulcro es de tu padre, mi tronco de varón es de Hernán Martínez de Argote, señor de Lucena y Espejo, alcaide de los Donceles. De edad de quince años me hallé en la jornada del Peñón; de edad de dieciséis me nombró el rey, nuestro señor, por alférez mayor de la milicia del Andalucía. Serví al señor don Juan, su hermano, en las galeras de la Liga, con diez banderas de las de mi cargo, y en la rebelión del reino de Granada con treinta escuderos de a caballo sin sueldo de mí ni de ellos. Hízome el rey nuestro señor merced por mis servicios del oficio de Provincial de la Hermandad. Allané gran parte de las sierras de Jerez y Ronda, a gran riesgo de mi persona, de muchos salteadores escopeteros que andaban en ellas. Escribí seis libros de la Nobleza de Andalucía. Reedifiqué esta iglesia de señor Santiago, sepulcro de mis abuelos y padres, como ahora está, por una insigne victoria que tuve contra los moros. Tal día casé con doña Constanza de Herrera, condesa de Lanzarote, descendiente del rey don Alonso, el último de Castilla. Luego que me casé, vino Morato Arraez, virrey de Argel, con armada del Gran Turco y del Jarife sobre aquella isla. Hízome guerra durante treintaidós días; matome once hombres de los que tenía en el fuerte y yo les maté veintiséis; defendiolo Dios; cautivaron en esta guerra a la condesa y veinte personas; rescatélas a mi costa con veinte mil ducados. He servido a los Príncipes cristianos de mi tiempo. Al rey nuestro señor de criado, al rey Enrique de Francia de agente, al rey Estéfano de Polonia de gentilhombre de su cámara, y al rey don Sebastián de Portugal de factor. A la Santa Inquisición de comisario. A la Santa Hermandad de provincial, a Sevilla, mi patria, de veinticuatro.”
Poco después del fallecimiento de Argote de Molina, también murieron sus hijos en Sevilla debido a un ataque de pestilencia que asoló la ciudad del Betis. El Provincial, pues no dejó herederos directos, por lo que le sucedió un sobrino, aunque sí dejó un recuerdo indeleble de su paso por la vida y de su presencia en Canarias, ya que los historiadores cuentan que durante un tiempo se hallaba escribiendo una historia general del Archipiélago, que a nosotros no ha llegado, excepto si consideramos al inexistente Abreu Galindo como la firma de Argote y su obra como la propia, tal como indicaron en su momento algunos insignes historiadores, como Buenaventura Bonnet y Reverón, Rumeu de Armas y Lothar Siemens.
Fernando Bruquetas de Castro
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
NOTAS
[1] Para elaborar la biografía de Argote seguimos a Antonio Palma Chaguaceda, El historiador Gonzalo Argote de Molina, Segunda edición corregida y aumentada por Agustín Millares Carlo, Editada por el Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas, imprenta Lezcano, Las Palmas, 1973.
[2] Tratado de Paz celebrado entre Morato Arráez y Gonzalo Argote de Molina. Archivo Museo Canario, copia realizada en 1894 por el bibliotecario sevillano don José María Valdenebro y Cisneros. Revista de El Museo Canario, abril-junio 1944, pp. 49-58. “Documentos”. También en El Noticiero Sevillano, 4 de diciembre de 1926.
[3] Antonio Palma Chaguaceda, El historiador… Opus Cit., pág. 32. Antonio Martín Villa, Reseña histórica de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1866; aporta un apéndice con un catálogo de los alumnos destacados, pero no figura Argote, aunque hay que tener en cuenta que falta buena parte del archivo del colegio. Y en R. Marín, Cervantes estudió en Sevilla.
[4] Sancho de Herrera contrajo matrimonio con Violante de Cervantes, de quien no tuvo descendencia, aunque sí procreó en Catalina Dafía, nieta de Luis Guadarfía, último rey indígena de Lanzarote.
[5] Manuel Lobo Cabrera y Fernando Bruquetas de Castro, Don Gonzalo de Saavedra y doña María de Muxica, Señores de Fuerteventura, Puerto del Rosario, 2013, pp. 275-305. Se trata del documento de concordia o compromiso firmado entre doña Catalina Escobar de las Roelas, como tutora de su nieto don Agustín de Herrera, y don Gonzalo de Saavedra, señor en parte de la isla de Fuerteventura.
[6] A. Palma Chaguaceda, Opus Cit., pp. 48 y 49.
[7] Archivo Histórico Nacional, Inquisición de Canarias, legajo 2.365.
[8] Agustín Millares Torres, Historia general de las Islas Canarias, tomo V, pág. 210 y siguientes.
GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS
Retrato de Argote de Molina realizado por Francisco Pacheco en 1599
Argote de Molina por Cirilo Suarez en 1951
Escudo heráldico de Argote de Molina
Obras realizadas por Argote de Molina: "El Conde Lucanor" y "Nobleza de Andalucia".
Convento de San Francisco en la Villa de Teguise (Lanzarote)
Castillo de Guanapay en la Villa de Teguise (Lanzarote)