D. Félix Cabrera y Ayala (1783-1827)
Nació en Teseguite (Teguise) en1.783
Su padre fue D. Juan Bernardo Cabrera y Noria. Su madre Doña Catalina Pérez y Ayala. Hermanos Antonio, Pedro, Leandro, Francisco, María, Lorenza, Andrea, Catalina.
El año 1.800 obtiene Beca de Colegial en el Seminario Conciliar del Obispado de Canarias (expediente nº 178), para la cual probablemente influyó su hermano Antonio, dignidad eclesiástica en ese tiempo (Visitador General del Obispado), que residía en la Ciudad de Canaria (Las Palmas). Realizó estudios de Física, Lógica y Metafísica.
Por entonces el Seminario estaba totalmente impregnado de las ideas liberales que estaban surgiendo en España y en este Centro habían llegado de la mano del Obispo Tavira. Su máximo exponente era D. Graciliano Afonso Naranjo, que ya de estudiante tuvo problemas por sus opiniones arriesgadas y su afición a los libros prohibidos, ahora era Profesor de Filosofía, doctor en Teología y licenciado en Derecho Canónigo y Derecho Civil. Formaba amplia tertulia con los alumnos y a ella pertenecía Félix y su paisano Francisco Guerra Bethencourt, nieto del “Mayor Guerra” que después fue escritor, polemista y enseñante. Los 3 acabaron en el exilio después del Trienio Liberal, D. Graciliano en Venezuela y Puerto Rico, D. Francisco en Cuba y Félix en Londres.
Durante la realización de sus estudios, tuvo lugar un suceso que cambiaría su vida. Fue el domingo 8 de abril de 1.804, al acudir a un baile que se hizo en casa de las morenas Patricias (casa de Dª Leonor Alvarado), en la calle de Carnicería, junto al callejón de Botas, en el Barrio de Vegueta, junto con otros estudiantes. A la salida tuvo lugar una riña, entre varios estudiantes en la calle la Pelota, de resultas de la cuál recibió una puñalada el estudiante de Fuerteventura de 25 años, Basilio Velázquez, que " le entró por la parte de los compañones y le llegó hasta medio estómago" según relata en sus "Quadernos" el comerciante de la calle la Peregrina D. Antonio Bethencourt (1.796-1.807). Fue abandonado en el Callejón de Botas. Este estudiante no era del Seminario Conciliar, sino del Convento de los Agustinos. Murió y se enterró a las 30 horas de su desgracia en la ermita de San Antonio Abad, habiendo salido el entierro del Hospital.
De las investigaciones realizadas fueron detenidos un estudiante de Lanzarote llamado Sosa que fue el ejecutor, Roberto Macias (hermano del catedrático de Filosofía del Seminario D. Graciliano Afonso) y Cabrerita, que no es otro que Félix Cabrera y Ayala, del cuál era la navaja, arma del delito. Fueron incomunicados en la cárcel y a Sosa se le aplicaron grilletes. El 15 de agosto de 1804, se fugaron de la cárcel Sosa y Roberto, mediante un complot y embriagar con un ponche, que contenía opio, a los carceleros. Con este motivo fueron acusados y encarcelados varias personas, entre ellas D. Graciliano Afonso, que estuvo preso 4 meses, para salir bajo fianza y posteriormente absuelto.
Félix permaneció en la Ciudad de Canaria (Las Palmas) alojándose en casa de Dª María Candelaria Raymond (amiga de sus hermanos presbíteros), con ciertas restricciones de “movimientos” que no cumplía, según cuenta su hermano Antonio con salidas nocturnas, y que además su carácter altanero más sus ideas lo arrastran a los extremos y las locuras, hasta llegar a hablar mal de los Jueces y pide a su hermano Francisco (Hacedor de rentas decimales), que tenía mayor influencia sobre él, le exhorte a la moderación, el sufrimiento y a la moderación. La instrucción de su proceso siguió adelante durante año y medio, interviniendo de manera activa su hermano Antonio, que con su influencia y conocimiento del Derecho, pudo conseguir se le aplicara el fuero de Artillero del que gozaba su padre, otorgado por el Capitán General de Canarias Miguel López Fernández de Heredia en 1.769, y de esta manera su causa se sentenció en el Juzgado de Artillería de Santa Cruz de Tenerife el 27 de septiembre de 1.805 ( formó parte del Tribunal el Brigadier D. Antonio Eduardo al cual conocía personalmente su hermano Antonio), por lo cual solo se le condenó al destierro durante 6 años, aplicándosele la Real Cédula de 1.754 que prohibía el uso de armas blancas con penas de 6 años.
El 24 de octubre de 1.805 partió para Norfolk (Virginia-EEUU.) con cartas de recomendación para D. Teodoro Armistead, agente del comerciante de la ciudad de Canaria (Las Palmas) D. Diego Barry. Allí permaneció unos 2 años, sin grandes recursos sirviéndole este tiempo tan solo para aprender la lengua inglesa. Posteriormente pasó a Venezuela, viviendo el mayor tiempo en La Guayra y temporadas en Caracas, donde supervivió gracias a sus conocimientos de inglés, que requerían los comerciantes para el tráfico con los anglosajones, americanos fundamentalmente.
En noviembre de 1812 emprende viaje para Canarias, una vez cumplido su destierro, pero también obligado por las circunstancias revolucionarias que ocurrían en Venezuela y que según sus escritos estaba desterrada la paz y !a seguridad personal, tanto que el mismo no se explica como pudo salir con vida. Durante ese año tuvo lugar la primera proclamación de la Independencia venezolana y precisamente en la provincia de Caracas.
En su viaje a Canarias tiene la desgracia de caer prisionero de navíos franceses, que le despojan de todos sus efectos personales, dejándole saltar en Cádiz y según cuenta con la camisa que le dejó un amigo y compañero de viaje. Desde allí, en diciembre de 1812, llega a Lanzarote enfermo y sin medios, donde no es bien recibido por sus hermanos pudientes Antonio y Francisco, aunque sí por su hermano Pedro. Es alojado en Teseguite, en una vivienda muy modesta, donde se le facilitaba lo justo para vivir. No disponía de medios de fortuna ya que sus hermanos Francisco, sobre todo, y Antonio, le habían adelantado cuantiosas sumas, en su destierro, a cuenta de la herencia de sus padres.
Por sus escritos se traduce era un hombre de un fuerte carácter liberal, que se expresa con gran claridad y franqueza, que le gusta poner a cada uno en su sitio y así los escritos sobre su familia nos informan claramente de las diversas situaciones familiares: Origen de la riqueza, relaciones familiares, disputas sobre la herencia, etc.
A su llegada a la isla de Lanzarote hace un escrito anónimo que comienza de la siguiente manera "Habiendo llegado a esta Isla de Lanzarote un poco después de las convulsiones políticas que hubieron en ella, quise por un efecto de curiosidad y amor al buen orden, averiguar el origen y causa de semejantes convulsiones". Trata de poner en antecedentes el por qué de la "Guerra Chica" durante los días 5, 6 y 7 de junio de 1.810 en Arrecife y sigue diciendo:
“desde el tiempo de los abuelos de los actuales contrincantes, se comenzó en Lanzarote a disputar quién había de mandar o mejor decir quién había de robar, vejar y estafar a aquellos infelices".
Deja en muy mal lugar a bastantes personas relevantes en Lanzarote por lo cual no es de extrañar que tuviera enemigos importantes en la isla, que deseaban pasarle factura.
Su suerte cambió en cierta manera a partir de diciembre de 1.815, al fallecer su tío D. Domingo Pérez Ayala y dejarlo como único y universal heredero. Sobre esta testamentaria a partir de marzo de 1.822 recae una sentencia dada por el Tribunal especial de Guerra y Marina, en Madrid, a favor de D. Manuel García del Corral, de pago de unas costas importantes, de un proceso iniciado en 1.810 contra dicho militar, capitán de las milicias de Lanzarote, por el Ayuntamiento de la Villa de Lanzarote, en relación con los excesos cometidos por dicho militar (enfrentamientos previos a la Guerra Chica), y que fue promovido por el Alcalde D. Pablo Rodríguez Peraza conjuntamente con D. Diego de Silva Viñoly y D. Juan Valenciano Curbelo. D. Domingo Pérez y Ayala solo interviene en mayo de 1.815 como Síndico Personero General de Lanzarote, solicitando se remitiese a la Comandancia General de Canarias la causa original, en conformidad a lo dispuesto por el Tribunal Superior de la Audiencia Territorial de Canarias, pero se actúa contra su testamentaría al haberse declarado insolventes los tres principales promovedores. Esto le obligó a plantear diversos recursos, que fueron seguidos por su hermano Francisco, al que hipotecó sus bienes en 1.825, antes de que se viera obligado a partir para Inglaterra, hechos que referiremos a continuación.
Antes hemos de decir que en estos últimos 10 años, gozó de cierta solvencia económica porque aparte de haber heredado también era administrador de los bienes de los Condes de Cifuentes y Marqueses de Lanzarote, en la isla. Rendía cuentas al Administrador general de los Condes en Canarias, que residía en Tenerife; hasta 1.822 era D. Juan Fernández Uriarte y posteriormente hasta 1.825 D. José Cambreleng.
Es de sobra conocido que después del Trienio Liberal (1.821-1.823), el último periodo del reinado de Fernando VII, conocido por la década ominosa, fueron perseguidos personas liberales que tuvieron que abandonar el país, pues uno de ellos fue Félix Cabrera y Ayala, al que se le delata y acusa ante el Gobierno, primero al parecer con escritos firmados por varios individuos y posteriormente con pasquines que aparecen en el Puerto de Arrecife. Se le acusa de haber hablado contra el Rey y la Inquisición, además de pertenecer a sociedades secretas. Tanto es así que primero se recibe una orden del Gobierno diciendo "que era muy extraño que un hombre como D. Félix Cabrera se estuviera paseando en la isla de Lanzarote, cómplice de diversas causas y un criminal también bajo otros respectos", aludiéndose al homicidio en el que se vio envuelto en su juventud.
Por lo cual el 9 de febrero de 1.825, se da una orden en Canarias donde se le condena al destierro.
En marzo de 1.825 sale para Londres, dejando a su hermano Francisco a cargo de sus asuntos, hipotecándole sus propiedades, el cuál le dio en correspondencia cartas de presentación y aval para su agente de la barrilla John H. Rudall, el cual le socorrió en la dura y mísera situación en que se encontraba hasta su muerte, el 25 de abril de 1.827, a los 44 años de edad.
Juan Antonio Martín Cabrera
Investigador
APENDICE DOCUMENTAL Y FOTOGRÁFICO
Carta de D. Félix Cabrera desde Caracas, 1810
Carta de D. Félix Cabrera a D. Francisco Cabrera desde Londrés, 1825.